martes, 30 de marzo de 2010

Una tarde especial con la naturaleza


Mi esposo y yo, teníamos una pequeña casa en un pueblo de la provincia de Teruel, llamado Guadalaviar. Aquella tarde, nos fuimos a visitar un lugar especial, a nuestra llegada árboles gigantes parecían darnos la bienvenida.Sus hojas se movían al compás del viento, que soplaba suavemente en aquel atardecer, de un verano que iba languideciendo. Aquel día nos sentimos mas cerca de Dios, ante la inmensidad de su gran obra. La paz de aquel lugar nos rodeaba y sobrecogía a la vez, yo sentía un escalofrío interior que recorría mi cuerpo, como si una mano invisible me rozara, los pájaros volaban buscando sus nidos. Sé palpaba el silencio de las grandes piedras que nos rodeaban, y al mismo tiempo, nos hablaban de un mensaje antiguo apresado en su interior.Solo pegar con algo contundente, salio al exterior su historia. Las caracolas de mar fosilizadas nos dijeron ¡tanto sin palabras!.. Fue una tarde especial que nunca olvidaremos. Cogidos de la mano y emocionados mi esposo y yo regresamos a nuestra casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario