Princesita de mis sueños, te vi un día en brazos de tu padre,
perla fina de un mar eterno, llegastes a enamorarme.
Tus ojos se fijaron en mí y por un instante,
sentí la fuerza de la vida, que sereno mi alma;
un fino soplo de aire, aclaro mi mente,
Lilia, era como si el sol, la mar y el viento te acompañaran.
El tiempo curioso freno su paso, para mirarte en este día,
se entero que tu corazón estaba lleno de dulzor;
pues, se llena cada día de una dulce melodía,
para acunarte princesita, en los brazos del amor.
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