lunes, 17 de enero de 2011

ME LLAMAN LA SOLTERONA-2da parte

Empezamos a salir juntos, éramos jóvenes y nos sentíamos felices, mas con nuestra felicidad empezaron las murmuraciones. Mi madre me -decía- hija mía, mira bien lo que haces, este chico no te conviene, tiene demasiado dinero.
Pobre mamá, ella era al revés de las otras madres pero, ¡cuánta razón tenía! Al amor lo habían pintado siempre con los ojos cerrados, y así iba yo aquél verano por el pueblo, mentalmente con los ojos vendados.
Testigo de la fuerza de nuestro amor, fue la gran encina que nos dio sombra y cobijo a nuestras ilusiones, allí hicimos el amor por primera y última vez y allí quedaron escritos nuestros nombres para siempre. Alguien espiaba nuestros pasos, la verdad es que no lo sé, ni lo he sabido nunca, lo que si supe mas tarde es que su padre intervino, cambiando el rumbo de nuestros respectivos destinos.
Francisco Javier desapareció de mi vida tan rápidamente como había entrado en ella. Me enteré al verano siguiente de su boda, según dijeron se caso con una mujer muy rica que ayudó con su dote a engrosar la inmensa fortuna de que por si mismos ya tenían.
Yo fui la comidilla de la gente durante algunos años, aun hoy no me han olvidado del todo. No me he casado y a estas alturas dudo que lo haga, sin ser esposa sólo he sido mujer de un solo hombre.
Ayer me enteré por mi padre que el hombre que fue el único amor de mi vida, había muerto en un accidente de carretera, iba a gran velocidad y colisionó con un camión muriendo en el acto. Mi Francisco Javier, Dios mío.. Ahora si que le había perdido para siempre.
Aunque faltaban pocos días para las vacaciones de verano, el director del colegio fue tan amable que me dejó marchar para asistir a su entierro, y puso una maestra sustituta en mi lugar. La verdad es que yo le hablé de un buen amigo, pero quizá el leyó en mis ojos, la verdadera razón de mis sentimientos, que siempre he llevado escondidos.

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