sábado, 15 de enero de 2011

ME LLAMAN LA SOLTERONA - 1 parte

Hacía escasos minutos que me había bajado del coche de linea, y al respirar el aire de mi pueblo, me pareció que mis pulmones se ensanchaban y el cansancio que era mi eterno enemigo durante el curso escolar, había desaparecido.
Yo era maestra en Valencia, ejercía desde hacía algunos años,pero a medida que estos iban transcurriendo, mi hastío era más evidente cada día. Deseaba que llegaran las vacaciones estivales para marcharme al pueblo donde nací y encontrarme a mi misma.
Mi pueblo, este pequeño pueblo de la provincia de Teruel que hoy parece tan tranquilo más... no siempre fue así. Durante mi juventud tuve la osadía de enamorarme del único hombre que quizá me estaba prohibido y las malas lenguas me hicieron pagar mi atrevimiento. Él se llamaba Francisco Javier, era el señorito del pueblo, el hijo del ganadero de aquellos contornos. Yo tenía dieciocho años, él dos más que yo, nos conocíamos desde niños.
Juntos íbamos a la escuela y de adolescentes continuamos nuestros estudios en Valencia, él porque era rico y yo porque me gane una beca. A todo esto, no os he dicho mi nombre, me llamo Lucía, mi padre era pastor aunque teníamos nuestro propio rebaño de ovejas y corderos, no éramos gente de mucho dinero, mi madre se cuidaba de la casa y ayudaba a mi padre en lo que podía, se sacrificaron mucho por mí, yo correspondí acabando mi carrera de magisterio.
Francisco Javier no era muy buen estudiante, le gustaba más hacer vida de bohemio, era mucho mejor salir cada noche con sus amigos entre los cuales yo no me encontraba, a mí sólo de tarde en tarde me decía adiós al pasar por mi lado pero.. Me enamoré locamente de él. Evitaba por todos los medios posibles estar en los mismos sitios, para que él no se percatara de mi locura. Un verano del año 1958 nos encontramos en la fiesta del pueblo, allí no estaban sus amigos y por fin me miró aquella noche como nunca me había mirado.

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