martes, 8 de febrero de 2011

LA FRAGANCIA DE LA VIDA

El domingo pasado, vi el cielo en los ojos de mi pequeña nieta y de mi nieto, diminutas estrellas hacían brillar sus pupilas. Me miraban, mientras sus pequeñas caras se transformaban en sonrisas que me acariciaban.
Los niños pequeños, todos nacen para nosotros preciosos y buenos. Los míos son algo traviesos, sobre todo el niño. Los dos son tan hermosos, como las rosas en primavera cuando nos regalan su mejor olor. Agradezco al cielo haber tenido hijos y que hayan formado su propia familia. Amo a todos mis nietos,¡que no son pocos! Algunos tienen edad suficiente para convertirme en bisabuela, pero hay que dar tiempo al tiempo.
En los momentos en que me siento cansada, porque yo sigo la ley de la vida, os podéis imaginar no soy joven, más bien al contrario; mi salud es juguetona conmigo, pero pienso en mis pequeños nietos y siento cuando estoy a su lado, que entre los dos me traen esta esencia especial llamada amor, que llena mi cuerpo con la fragancia de la vida.

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